Además de los procedimientos de cambio semántico estudiados en la página anterior, la lengua posee sus propios mecanismos para formar neologismos con los que renovarse. Se trata de la derivación, la composición y la parasíntesis. A ellas se suman la formación de siglas y acrónimos.
Derivación: consiste en añadir afijos a una raíz léxica. Los afijos pueden ser
a) prefijos (re-hacer),
b) sufijos (volcán -ico)
c) interfijos (pan -ec- illo).
Composición: consiste en unir dos o más raíces léxicas. Es el caso de mata + moscas, medio + día o limpia + para + brisas. Sobre una palabra ya compuesta (para + caídas) podemos aplicar la derivación (para + caíd + ista), pero la palabra se sigue considerando compuesta.
Parasíntesis: consiste en unir más de dos elementos compositivos de forma simultánea. Es el caso de en + cárcel + ar (no existe *encarcel ni * carcelar) o siete + mes + ino (no existe *sietemes ni *mesino).
Siglas y Acrónimos: así denominamos a las palabras formadas a partir de letras tomadas de distintas palabras. Es el caso de OLP (Organización para la Liberación de Palestina) o FCT (Formación en Centros de Trabajo).
Cuando las siglas pueden leerse silabeando, como cualquier otra palabra, se denominan acrónimos. Es el caso de AVE (Alta Velocidad Española) o ERE (Expediente de Regulación de empleo).
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