En la segunda mitad del siglo XIV empieza a popularizarse en Francia la denominada Danse Macabré, que durante todo el siglo XV inspirará numerosas manifestaciones gráficas y pictóricas en iglesias y cementerios. Son famosos los frescos pintados en 1425 en el Cementerio de los Inocentes de París.
En dicha Danse Macabré la muerte toma la palabra para invitar a bailar a representantes de todos los estamentos, gremios y grupos sociales, empezando por el Papa, que debe abrir el baile como "le plus digne seigneur" . Le seguirán el Emperador, los nobles, un abogado, un médico...
Poco después aparece una Danse Macabré des femmes, protagonizada sólo por mujeres y atribuida a Martial d´Auvergne.
La Danza general de la Muerte castellana, escrita a principios del siglo XV por un autor anónimo, imita el orden decreciente, pero aumenta considerablemente los "danzantes" logrando pintar un fresco completísimo de la sociedad de su época. A excepción de un monje (LXI) y un ermitaño (LXIX), que sí han sabido prepararse para el momento supremo, todos los personajes intentan escapar patéticamente del baile, y son escarnecidos por la Muerte. Pero tal vez las peor tratadas son dos mujeres bellas:
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