Dios y Mundo:
Descartes se centra ahora en el análisis de las ideas innatas. Más concretamente presta toda su atención a una de estas ideas: la idea innata de Infinito que Descartes equipara con la idea de Dios. Infinito o Dios es una idea innata ya que no la captamos por la experiencia, ni puede tampoco surgir de otras ideas, pues de lo finito, no puede nacer lo infinito. A partir de esta idea innata de Dios, Descartes va a intentar probar, mediante tres argumentos, la existencia de Dios.El primero de los argumentos a favor de la existencia de Dios es conocido como el argumento Gnoseológico. Viene a decir lo siguiente: Poseemos en nuestra mente la idea de Dios. Esa idea es la de un ser superior a nosotros. ¿Cómo puede estar esa idea en mi si yo soy un ser inferior a ella? No podemos decir que ha surgido de la nada, pues de la nada, nada aparece, ni tampoco podemos afirmar que salga de nosotros, pues de lo inferior no puede surgir lo superior, de lo imperfecto no nace lo perfecto. Por tanto, la única respuesta posible es que alguien la haya introducido en mí. ¿Quién? Pues un ser con una naturaleza tan elevada como la propia idea en cuestión, es decir, Dios. El segundo argumento es el Causal. Yo conozco perfecciones que no poseo. Pero si yo existiera sólo e independiente hubiera escogido para mí todas las perfecciones. Esto no es así, no poseo todas las perfecciones. Por tanto, no soy la causa de mi mismo. Luego debe existir un ser que posea todas esas perfecciones y del que yo dependa.
El último argumento tiene una larga tradición filosófica. Lo formuló primero San Anselmo de Canterbury, y es conocido como el argumento de San Anselmo u Ontológico. Todos los hombres poseen la idea de Dios. Lo conciben como el ser más perfecto. Un ser así debe existir, pues si no existiera le faltaría algo, no sería perfecto. Al ser perfecto no le puede faltar la perfección de la existencia. Por tanto, Dios existe.
Con la demostración de la existencia de Dios hemos logrado el objetivo tan ansiado por Descartes: salir del solipsismo. Hallamos con Dios una realidad extramental, una segunda sustancia: la Sustancia Infinita o Res Infinita.
Descartes posee ya dos verdades indudables: el yo, la Sustancia Pensante, y Dios, la Sustancia Infinita. Pero ¿y los objetos, lo material, el mundo? Hasta ahora nada sabemos con seguridad sobre ellos. Nos los enseñan los sentidos pero de ellos no nos podemos fiar. Para demostrar la existencia del Mundo Descartes tendrá que apoyarse en la Sustancia Infinita, en la naturaleza de Dios.
Dios, que es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que nos engañemos en una creencia tan esencial para nosotros como que el Mundo existe. Dios, por su naturaleza bondadosa y veraz, se convierte en garantía de que a mis ideas adventicias les corresponde un mundo extramental. Pero esto no quiere decir que todas las ideas que yo tengo sobre el mundo sean exactas y verdaderas. Dios es garantía solo de la existencia de un Mundo constituido por extensión y movimiento, pero otras características secundarias como forma, tamaño, color, etc no están garantizadas. Corresponderá a la razón humana dilucidar sobre esas cuestiones. Dios es el aval de la existencia de la tercera sustancia, la Sustancia Extensa o Res Extensa, cuyo atributo, es precisamente, la extensión.
Por otra parte, la demostración de la existencia de Dios hace imposible la hipótesis del Genio Maligno. Dios, en su bondad, no va a dejar que un ser de esas características manipule nuestras mentes llevándonos al error. Por tanto, si esta hipótesis es descartada, la evidencia de las verdades de la lógica y la matemática está salvaguardada.
Con la aceptación de la Res Extensa han salido a la luz las tres sustancias en las que según Descartes se estructura la realidad. Descartes define sustancia como “toda cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para existir”. Sin embargo, esta definición, tomada literalmente, solo se adecua a Dios. El Yo y el Mundo dependen de Dios que es su creador. No obstante, Descartes sigue manteniendo el apelativo de sustancia para la Res Cogitans y la Extensa, para insistir en si independencia.
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