viernes, 2 de mayo de 2014

Nietzsche - Comparación

Comparación de Nietzsche:


Nietzsche es uno de los autores más polémicos de la historia de la Filosofía. Se manifiesta contra la tradición filosófica en general, pero sus críticas más feroces las dedica a los, según él, fundadores de esta tradición: Sócrates y Platón.
Nuestra comparación se centrara fundamentalmente en estudiar los puntos de desacuerdo de Nietzsche con estos autores.

Comenzaremos constatando las diferencias en cuanto a la concepción de la realidad. Platón desprecia “este mundo” (Mundo Sensible), le parece caótico, dominado por el cambio, la multiplicidad, la finitud, etc. Considera que debe existir otro mundo (Mundo de las Ideas) en el que impere el orden. Un mundo eterno, estático, inmutable. Este “otro mundo” será el real, donde reside el ser y, por ende, la verdad. Frente a este, nuestro mundo tiene realidad solo en la medida en que copia al real. Nuestro mundo es sólo apariencia.
Precisamente las características por las que “este mundo” es rechazado por Platón, son las que demuestran, según Nietzsche, su realidad. Lo real es el devenir, el cambio, la generación, la muerte… El Ser, tal y como lo conciben Parménides y Platón, y en esto cita Nietzsche a Heráclito (único filosofo que salva de la quema), es una ficción vacía. El dualismo platónico es una afrenta contra el mundo, un desprecio de lo único que tenemos: la vida.

En relación con el conocimiento Platón, y la tradición que le sigue, considera la razón, instrumento del alma, como la única instancia capaz de guiarnos al conocimiento, a la verdad. Descartes coincide en esta apreciación. La sustancia pensante (yo, alma) posee la razón, que si está guiada por un método adecuado, la conducirá al conocimiento de todas las verdades que se proponga. También coinciden en despreciar los sentidos, y por tanto el cuerpo que los alberga, al considerarlos incapaces de llevarnos a la verdad. Platón afirma que sólo nos pueden aportar opinión (doxa), no verdadero conocimiento (episteme). Descartes los rechaza, por poco fiables, para construir la ciencia.

Nietzsche, al contrario, realiza una defensa de los sentidos. Estos no nos engañan nunca, mostrándonos la multiplicidad, el cambio, el movimiento, es decir, el devenir nos enseñan la realidad. Quien nos engaña con su prejuicio es la razón. Ella transforma el testimonio de los sentidos convirtiéndolo en conceptos que nos hacen concebir las cosas como dotadas de unidad, duración, esencia, etc. Los conceptos suplantan, y nos hacen olvidar, la vida. La razón momifica la realidad. El lenguaje es el mayor aliado de la razón en este fraude, pues propaga incesantemente los conceptos. Para evitar este engaño del lenguaje propone Nietzsche la metáfora. La verdad absoluta en que creían Platón y Descartes es imposible para Nietzsche. La verdad no es más que un error, provocado por la forma de funcionamiento de la razón, aunque sea útil.

La concepción del Hombre de Nietzsche es opuesta a la de la filosofía tradicional. Platón, también Descartes, identifica al hombre con el alma. El cuerpo no es más que su cárcel. El alma pertenece al mundo inteligible, su estancia en “este” mundo es accidental y transitoria. El cuerpo es además el centro de todos los males: nos confunde con sus sentidos, nos ata al mundo con sus pasiones complicando el ascenso al mundo de las ideas. El hombre debe liberarse, purificarse de su influjo negativo. El hombre alcanzará la virtud y la felicidad mediante el conocimiento (intelectualismo moral).

Nietzsche, muy al contrario, valora el cuerpo: sus sentidos y sus instintos naturales. Los sentidos nos mostrarán la realidad del devenir. Frente al intelectualismo de Platón afirma que los instintos deben guiar nuestros actos. El único comportamiento con sentido es la fidelidad a la tierra, al cuerpo, a los instintos. Lo demás son añadidos mentirosos.

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