martes, 13 de mayo de 2014

El nombre.

Podemos definir el nombre como la clase de palabra que designa a seres o ideas. Dichos seres pueden ser vivos o inertes, o incluso pueden ser seres imaginarios.
Los nombres también pueden referirse a ideas, sentimientos o conceptos de una naturaleza mental. Son los nombres abstractos. Dichas realidades no son percibidas por los sentidos corporales (inocencia, libertad)
El resto de los nombres, que designan a seres con una entidad material, se denominan nombres concretos. Estos se clasifican a su vez en: Propios: Son los que se refieren a individuos específicos dentro de una clase. Los nombres propios pueden ser antropónimos si se refieren a un ser humano (Juan, María...) o bien topónimos si se refieren a lugares (Madrid, Danubio).
Comunes: Aluden a una clase de seres o a un individuo no específico de ella (alumno, ciudad...).
En virtud de las características o de la naturaleza del objeto designado, los nombres admiten otras clasificaciones, a saber: Nombres individuales: Son aquellos que, estando en singular, se refieren a un individuo (oveja, senador).
Nombres colectivos: Son aquellos que, estando en singular, se refieren a un grupo de individuos (rebaño, Senado).
Nombres contables: Designan realidades cuantificables mediante un número (dos libros, once años).
Nombres incontables: Designan realidades que no se pueden cuantificar directamente mediante un número (*dos petróleos, frente a dos barriles de petróleo).
Nombres animados: Se refieren a seres vivos (árbol, trucha).
Nombres inanimados: Se refieren a seres inertes (piedra, hierro).

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