La escena española tiene poco que ofrecer a la cultura europea en los primeros años del siglo XX. El teatro español se resistía a las tendencias experimentales que se daban en Europa durante esta época. Aunque hubo autores como Valle-Inclán o Unamuno que se adelantaron a su época, chocaron con un público que no admitió su tipo de teatro por lo que sus innovaciones tuvieron escasa o nula trascendencia. Carlos Arniches y Jacinto Benavente son los autores representativos del teatro comercial que, por otro lado, tenía una gran vitalidad.
Dentro del teatro tradicional hay un teatro poético escrito en verso especializado en temas históricos y cuyos representantes máximos son Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa. Carlos Arniches es el autor más representativo del teatro cómico. Se hizo famoso por sus sainetes de ambiente castizo madrileño como ¡Que viene mi marido! y por sus tragedias grotescas como La señorita de Trévelez. El teatro de Jacinto Benavente es un teatro realista y comedido. Fue el autor preferido de la burguesía desde su primera obra Gente conocida, hasta las últimas como Titania. Su teatro se caracteriza por la ausencia de conflictos grave y por ejercer una crítica muy suave. Los intereses creados es su obra más famosa. Dentro de los intentos de renovación teatral hay que citar a Unamuno que utilizó el teatro como método de conocimiento por medio de unos extraños dramas esquemáticos a los que llamó drumas como El otro o Soledad y a Azorín con un teatro antirrealista, y sin conflictos como en Old Spain. Valle-Inclán es la máxima figura del teatro español del siglo XX. Empezó a escribir teatro en 1905 y durante 20 años fue su principal ocupación. Para él, el teatro es un espectáculo total, usa técnicas cinematográficas y experimenta constantemente. Expresa su repulsa ante la sociedad contemporánea de dos maneras, o mediante la evasión artificiosa o con el sarcasmo más mordaz. Su primer teatro es de tipo modernista: El Marqués de Bradomín. Después de la etapa intermedia del ciclo mítico formada por las Comedias bárbaras y Divinas Palabras, en la que utiliza Galicia como fondo para dar una visión del mundo en el que las fuerzas del mal y la destrucción rigen la existencia de los hombres, llegamos a la creación genial de Valle, el esperpento, una visión grotesca, deformada de la realidad que le sirve como reflejo de la época que le tocó vivir Luces de Bohemia, la obra en la que nos cuenta las últimas horas de un poeta pobre y ciego, Max Estrella en una noche de invierno madrileño, en el ambiente habitual de violencia y caos es su obra más representativa.
Con la llegada de la Segunda República en 1931 y el apoyo decidido que prestó al teatro a través de Las Misiones Pedagógicas, o de La Barraca de Federico García Lorca, el teatro vanguardista de Pedro Salinas, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Max Aub, o del propio Lorca, tuvo lugar para desarrollarse. El teatro de Lorca es el más importante de su generación. Empieza por un teatro de tipo poético en Mariana Pineda, pasa por la fase vanguardista de Así que pasen cinco años, y termina con las grandes tragedias de la última etapa, caracterizadas por el sentido social, el ansía de libertad, de justicia y de realización personal. Sus tres grandes tragedias llamadas por él la Trilogía dramática de la vida española son Bodas de Sangre, Yerma, y sobre todo su obra maestra La casa de Bernarda Alba, escrita en 1936.
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