5. EL ENSAYO
Es un género literario que tiene su origen en la obra de Miguel de Montaigne titulada “Essais de
messire Michel, Seigeneur de Montaigne”. Editada en 1578 con 194 capítulos, fue aumentada con 13 más en
la edición que su propio autor hizo en 1588. El lema que presenta el libro en su primera edición “c’est moi que
je peins”: (me describo a mí mismo), define con claridad su contenido. Convencido Montaigne de que todo
hombre lleva en sí un ejemplar de la condición humana emplea los ensayos en hablar de sí mismo, de sus
gustos, enfermedades, viajes, experiencias políticas, hábitos, etc., de tal manera que las características del
ensayo en Montaigne coinciden con las del género: la reducida extensión de los textos; la variedad temática,
los diversos tonos empleados, las frecuentes referencias a otros autores, la subjetividad y la importancia que
se da por igual tanto al contenido de lo que se trata como a la opinión de quien lo trata.
Tras Montaigne, Francis Bacon contribuyó con su obra Essays (1597) a que el ensayo se difundiese
por Europa.
CARACTERÍSTICAS DEL ENSAYO
a) Escrito sin extensión definida
Oscila entre el artículo periodístico y el libro más o menos voluminoso. En su origen tenía tendencia a
la brevedad. Posteriormente, ha aumentado de volumen cuando ha sustituido en muchos casos al estudio
científico. 5
b) Presenta una visión personal
La pérdida de los elementos objetivadores y la mayor libertad elocutiva facilitan el subjetivismo.
Montaigne, en los orígenes del género, ya pretendió entregarse a sí mismo con su libro. El ensayo se
presenta, pues, como un estudio en el que predomina la apreciación subjetiva, impresionista y, por ello,
provisional. El ensayista contempla el panorama de la vida y de la cultura desde su corazón (Ortega y
Gasset).
c) Sugestiva
En el trabajo científico se buscan conclusiones; en el ensayo predominan las sugestiones, las nuevas
formas de ver cosas, las incitaciones, ángulos y perspectivas originales.
d) Sin demostración científica
La doctrina expuesta en el ensayo no es menos segura que la del tratado científico, pues como éste,
se fundamenta seriamente, pero el autor no es tan riguroso en las citas e incluso puede citar de memoria
y por aproximación sus propias fuentes informativas y hasta olvidarse de darnos su referencia.
e) Sobre cualquier materia
Puede tratar cualquier tipo de materia y adoptar una línea crítica o creativa. En estos últimos, el tema
sirve de pretexto para la creación poética.
f) Va destinado a un receptor medio no especializado
Se dirige a un lector medio no especializado, por lo que pone al alcance de un amplio público temas
de interés general y se convierte en instrumento de divulgación cultural. Su capacidad para ganarse el
interés de los lectores reside en la sencillez expositiva y la amenidad y fuerza del estilo.
ESTRUCTURA Y ESTILO DEL ENSAYO
El discurso combina la exposición y la argumentación y no tiene una estructura definida. Está abierto
a cualquier organización sin tener que referirse a un canon establecido. Quedan, no obstante, actitudes
heredadas de Montaigne, su creador: la presencia de anécdotas que fluyen en la reflexión, la alusión a alguna
lectura realizada, el progreso expositivo gracias a asociaciones de ideas, la posibilidad de que se reproduzca
alguna digresión. Frente a la rigidez del estudio científico, el ensayo es el género de la máxima libertad.
En cuanto al estilo, combina las características del lenguaje científico y las del literario. Del primero
conserva la abundancia de nombres abstractos, tecnicismos y préstamos, aunque reducidos a un mínimo
compatible con la propiedad; del literario, la riqueza léxica, la capacidad de sugestión, el empleo de los
recursos estéticos. El superior rango estético conseguido con estos procedimientos no merma las cualidades
propias del lenguaje científico.
HISTORIA DEL ENSAYO
En España hay antecedentes del género en la obra de Pero Mexía, quien en 1540 publica su Silva de
varia lección en la que ofrece preciosas noticias sobre sus contemporáneos y las mezcla con hechos
fantásticos e históricos haciendo gala de un estilo en el que coinciden la amenidad, la erudición y la elegancia.
En el S. XVIII fray Benito Feijoo y Montenegro escribió dos colecciones de ensayos bajo el título de
“Teatro crítico Universal” (1727-1739) y “Cartas eruditas y curiosas” (1742-1760). Entre los ocho volúmenes
de la primera y los cinco de la segunda se agrupan numerosos ensayos de las más diversas materias.
En el S. XIX: Larra, Leopoldo Alas, Ganivet, Azorín, Unamuno, Maeztu. En el S.XX: Ortega y Gasset,
Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón, Francisco Ayala, Dámaso Alonso, Pedro Salinas, Pedro Laín Entralgo,
Julián Marías, José Luis López Aranguren...
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